viernes, 22 de octubre de 2010

DiVersos


Apostados en el skyline, los grajos cantan
la melodía del presente.

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Unanimidad císnica de tu sonrisa.


viernes, 15 de octubre de 2010

El hombre de la cabeza cuadrada (2)




Buenas tardes, señor Sapo.
Hoy ha sido un día de mucho calor.El sol cada vez tuesta más, calienta y calienta, sin atender a razones.
Hoy, con este calor, no tengo muchas ganas de hablar. Sí, no será el calor, será lo que ví.

¿Qué tengo que hacer para ser como tú? Apacible y tranquilo en tu charca dorada.
No encuentro palabras, estoy aturdida, será el calor.
Voy a contarte lo que oí.

Señor Sapo, oí que decían de odios y venganzas y que un pájaro picaba la cabeza de un hombre medioenterrado, en el campo. Un hombre culpable de su odio, o a lo mejor no era eso, y era el odio el culpable del hombre, allí medioenterrado, muriéndose de picotazos y sed.

Las cuadrillas de las venganzas, oí que decían.
Señor Sapo ¿qué es la venganza?

Hace calor y su charca resulta muy apetitosa. Tan clara y se le ve tan fresquito.

Hubo juego de Florines. EL otro día. También estaban los muchachos o ¿cómo se dice? Los florines corren por las manos, que quedan vacías sin su presencia. Estaban fresquitas las piedras del porche. Y los vestidos de las niñas eran bonitos, de telita fina con florecitas pequeñas. Señor Sapo, el mío también. ¡Esa tela finita que deja que en ella se peguen calcomanías!
El florín corría, cayó en mi mano.
Le toca a él, adivinarlo.

Señor Sapo ¿tengo que adivinar qué es la venganza?
Cuando escucho a las madres que hablan del semienterrado, me da miedo. Oía una furia de gentes enloquecidas, como bisontes de las películas del oeste, que tanto me gustan, en esa tele en blanco y negro que han puesto hace poco. Me da miedo eso, me recuerda al demonio, que tampoco sé lo que es, pero he visto dibujos y las madres lo dicen mucho. Las madres dicen ¡eres un demonio! Aunque a mi me lo dicen, y señor Sapo ¿qué es un demonio?

Después de algún tiempo, el pájaro se iría de allí ¿no le parece, señor Sapo?. Y tal vez, vinieron otros pájaros, ya muchos.
Los padres cuchicheaban de esto y sólo les entendía: hay que callar, con el odio, hay que callar.

Pues hoy es un día bien bonito, ahora que el calor se me ha quitado. Seguro que es el agua de su charca, que es tan cristalina que parece que la protege un carámbano y eso me quita el calor.
El florín seguía calentito en mi mano, mientras sentía la piedra fresca y el chico miraba a otra niña, que tenía un vestido de cuadros. Esa niña le gusta, por eso la mira. Piensa que ella tiene el florín guardado.

Señor Sapo, creo que sí sé lo que es el odio.

Los padres les dicen a las madres que no hablen de lo que no saben y ellas se ríen, porque dicen que ellos sí que son ignorantes, que en esa venganza estaban también las faldas. ¿También?
Señor Sapo, esas faldas ¿qué faldas son? ¿Son aquellas donde las niñas guardan sus manos entre las nalgas a la espera que el chico, las señale con su mirada?, ¿aunque florín no halla?
Había una falda colgada en una lía, con el aire, los pliegues restellaban y un hombre rubio y de vizca mirada, no le quitaba ojo a la falda. Y a la puerta. A la puerta entreabierta y a la falda plegándose. No le quitaba ojo pero parecía dormido, quieto como estaba, fijadas sus piernas, atornilladas al suelo. La falda, la puerta, la puerta y la falda. Una mujer con largos bucles y descalza, en el arco de la puerta, se quedó parada mirando al hombre. La falda plegó un restellante zarandeo, cuando sus miradas, olvidaron el tiempo.

El sonido del viento en la lía y en la hojarasca. En el suelo, la falda levantaba el vuelo o despertaba el sueño.

Señor Sapo, cuando ya era muy de noche, una mujer le dijo a otra, que los asuntos de falda están llenos de sangre y de odio. Y un hombre hosco y rudo les dijo, ¡callaros! que los muertos oyen y piden venganza.

Señor Sapo, el chico no adivinó el florín entre las faldas.
Cayó la tarde y al levantarme mi vestido lucía calcomanías de plata, entre mis dedos el florín resbalaba, piedrecitas calientes de entre las manos y las nalgas.

La venganza ¿qué será la venganza?

¿Dónde ha ido, señor Sapo? Nunca avisa cuando se cansa.


DiVersos




En la entraña de la nostalgia, revienta el tiempo.

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domingo, 10 de octubre de 2010

DiVersos




Los días son así, enteros


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Momentos, ocurrencias, chistes o melancolías


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La luz y su silencio


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Perdigones al viento como los besos al aire
o las palabras al agua


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Perdigones o pensamientos