domingo, 27 de septiembre de 2009

Narraciones ficticias 14


IN MEDIA RED



Tres. Ella, él y una amiga de ella. Ambas charlan animadamente. Ella le habla a la amiga de sus uñas postizas, perfectamente ovaladas y pintadas de rojo en perfecta conjunción con su blusa roja y sus zapatos rojos. Las dos sonríen. Parece que hace tiempo que no se ven y se hubiesen encontrado casualmente, en el andén.
Ella peinadita, tal peluquería, con media melena, lisa y perfectamente bordeando su cara más bien perfectamente redonda. Se gira y le dice a él: "Ven paca, paca" Él se acerca. Arrastra la maleta envuelta en varias capas de films transparente y la sonríe. Alto, tirando a rubio, ojos claros. Mirada noble, sencilla, de cándor verdadero. Él, claro, no es del país que ella, él es un extranjero. Ella está orgullosa de él, basta mirarla cómo habla con la amiga mientras le tiene a su lado. Él es un hombre simple, que tiene en ella la confianza del futuro. Ambos vuelven del país de él. Ellas hablan. Él calla.
Sentados, ella le toca cariñosamente el tobillo. Él debe pensar en el giro de su vida al lado de la mujer de zapatos rojos, blusa roja y uñas rojas que tan orgullosamente muestra, al tiempo que con mano cálida le acaricia, con soltura estudiada mientras habla. Él callado.
Es guapo y ella le mira sin dejar su tema con la amiga, con la seguridad un tanto vanidosa, de quién encontró al hombre perfectamente conveniente. Él calla y ella habla. La situación perfecta. La perfecta extensión de sus dedos o mejor la tensión perfecta que pone en sus manos, moviendose extendidamente dejando ver sus largas uñas postizas, y la hendidura, aún fina, de los nódulos de las falanges.Una mano, extensa, intensa, curvando dedos, curvando muñeca, perfectamente y con la otra recorre distendidamente la pierna de él, que hace rato dejó el tobillo para extensa e intensamente adentrarse por dentro del pantalón, perfectamente.


domingo, 13 de septiembre de 2009

Narraciones ficticias 13


UNO DE LOS DIAS, UN ALMUERZO



El maduro sol de septiembre deja caer el verano que aún retiene.Y en su hora más caliente atraviesa el grueso crital de la ventana del vagón. Cuatro pasajeros toman asiento de dos a dos, tres mujeres y un hombre. Suben juntos, juntos van. Charlan de sus cosas, sus días unos tras otros, con esa volátil cualidad que la vida tiene cuando la vida va. Sus susurros pueblan de rumor leve, la cotidiana marcha del cotidiano tren de un septiembre diario. Una de las mujeres, en esta hora tan propicia a cantinelas oracionales en otros tiempos o en otros territorios, saca de su bolso un envoltorio que mientras va desenvolviendo, deja escapar un no se qué agradable y refrescante. Y a todos sorprende abriendo una tartera de frutas. La sandía huele fresca y el melón asoma jugoso y ellos conversan animadamente de sus días diarios, siendo él el que pone una ligera sonoridad catalana en el susurro que se aprecia. El sol placidamente acompaña a la sandía refulgente y al goteo jugeton de los trocitos de melón. Renoir hubiese hecho un cuadro.
La mujer que ha ofrecido la fruta, reparte unas servilletas. La extrañeza de los otros se recoge en sonrisas. Terminado el almuerzo septembrino al sol entrecortado de las estaciones de cercanías, la tartera va a la papelera.
Va, si cuesta cincuenta céntimos, dice el hombre. Bendito olvido de los tiempos. Después ella, la mujer de la fresca merienda, reparte a sus comensales toallitas húmedas.
En el vagón se queda el olor de un paseo veraniego, entre frutales, de una tarde de vacaciones. Melón y sandía, han llegado los días.


DiVersos


Demasiadas miradas, demasiadas palabras,
voracidad que satura
y de resultas
un sobrante de tristeza y una fanega de lágrimas.


viernes, 4 de septiembre de 2009

DiVersos


En la ciudad imposible,
las zangas desollantes
de los tacones finos, sacuden
los últimos pétalos de una rosa desflorada.


DiVersos


Sobre la laguna,
en una barca,
los últimos pétalos de una rosa desflorada.


DeVera(s)


Los pollos callan.
Los camiones vuelan.
Cuacos cacarea.


DiVersos


Un manto de lluvia les acoge.
La muchacha se queja,
él se sonríe
y ella compone historias con nubes.


DeVera(s)


Las piernas bullen
al temblor de la noche.
Amor se fuga.