domingo, 18 de diciembre de 2011

DiVersos


La belleza, goce y melancolía

DiVersos


Sabrás tarde, maldición y promesa


sábado, 14 de mayo de 2011

DiVersos




Si acaso la cosa o el fracaso.


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Besos calmos.
Caricias agrias.


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Los ojos del presente:la juventud del tiempo.


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La vida es definitiva.


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A quien viene de la catátrofe,
le espera el derrumbe.


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El azar procede con las formas del destino.


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Se mueve la hierba, culebrea la tierra.


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Una mota roja y un olor de sangre
en el campo blanco de sudor desperdiciado.


viernes, 13 de mayo de 2011

Narraciones ficticias 25


LOVE IN BLUE



Has cogido un sombrero de paja y lo has colocado en tu cabeza. Se te ha escapado una sonrisa que traía los años de juego con la pequeña. El peine, la toalla, el parloteo de la niña y los ruidos de la cocina donde se preparaba la cena. Sentado en el sillón verde, donde la pequeña alcanzaba a tu cabeza y a tu cara feliz de estar viviendo la densidad de un instante.

Te has colocado el sombrero de paja y tu sonrisa se ha ido a las hazas en flor, cuando el agua corría por los surcos en aquellas primeras horas de la mañana y la tierra desprendía un olor germinal. Con el sombrero te has colocado los cantos que cubrían las tardes de las cosechas, donde las damas y caballeros se lanzaban amores y desencuentros y narraban en coplas la deseada vida y su deslomada existencia.

Tu sombrero de paja abrió los tiempos de ella, llenos de heno y amapolas, el olor de sus faldas y el restallar de sus sábanas. A la sombra tu recuerdo, de un sol que todo lo abrasa. Tenías con tu sombrero, la sonrisa de su presencia, allí en aquella casa donde tu mano alcanzó aquél de propaganda, que tenía el misterio del instante que nos brindabas.

En la casa sin tiempo, tu brazo cogió su cintura mientras la llevabas a mulo por el río, por la cañada, por los chopos de juventud que vieron vuestros labios juntos, vuestra piel amándose, vuestra vida henchirse. Trajo tu sonrisa a tu muchacha deseada.

Tu sombrero de paja ha llenado de tiempo la estancia.
Has alzado tu brazo, has cogido el sombrero, se ha cerrado tu sonrisa en una tristeza amarga. Se han cargado los ojos de ausencia, de vida deshabitada, de presente descontado. De comunión y silencio.

La pequeña, sentada a tu lado, ha cogido tu mirada y el sombrero, con sonrisa adolescente. Ha viajado en sus recuerdos al instante de tus pajas. Ha recogido el peine, la toalla y el agua que vertió con sus infantiles manos en tu camisa y tu chaqueta de algodón, aquél que las coplas tanta veces escucharon. Ha entendido tu tristeza en el tiempo ido de su infancia, cuando jugaba a peinarte tus cabellos de plata.

El sombrero y la sonrisa han quedado en la mesa, quizá esperando otro instante, ligero y leve como la paja.


miércoles, 27 de abril de 2011

DiVersos

Coro de mayo


Que me den las campanas
Y que me den las rosas.

Que me den los chiquillos que a media tarde
cantaban canciones de mayo.

Que me den las canciones a las rosas, las canciones a las flores,
al blanco manto de la muchacha delicada.
Que me den un encargo deleitoso,
como el de la muchacha blanca.
Hacer de los pétalos, milagro.

Que me den el embriagante aroma
de las rosas y el tierno atardecer de mayo
que amplios ventanales, dejaban caer en el cuadro.

Que me den el embriagante aroma de rosas,
dulce éxtasis de la tarde,
que dan al coro desafinado una estampa
y un recuerdo nostálgico.

De las campanas y las rosas
que me den, los blancos.



Etiquetas: DiVersos

sábado, 26 de marzo de 2011

Umbral


Sentado en el umbral del tiempo.

-No empieces de nuevo con tus poesías.

En el umbral al menos, cuando esperaba que el sol entrara por el río.

-Si vas a seguir por ahí, me voy a marchar, no quiero escuchar.

En el umbral del río, una tarde cuando el sol ya entraba, sentía la arena caliente bajo mis pies.

-Sí, era una tarde que caía cálida y nueva. Habíamos ido a los huertos entre los chopos y el aire olía a hierbabuena.

Tú no quieres mis poesías, prefieres las tuyas ¿verdad? No, a lo mejor no vale la poesía para aquella tarde de tiempo rabioso.

-El olor a hierbabuena hacía pesada la tarde.

No veles, la tarde era pesada por el umbral del río.

-Te he dicho que si vas por ahí, me voy. La tarde caía con la dulce luz de los lirios. La arena picaba en los pies y yo quería irme.

Tú no querías irte.

-Sí, te dije que nos fueramos, tú insististe, en el umbral del río. Estuvimos en el otro lado y no hubo ningún problema. El sol aún estaba lejos del rojo umbral del horizonte.

Tú insististe, cuando volvimos de estar con ellos, tú insististe en el umbral del río, porque en la otra orilla estaba ella.

-Qué, no saques ahora cosas, qué, tú no viste nada. En la orilla estaba el sol entrando en el juncal.

En la orilla estaba ella, vistiendo braguitas.

-Qué dices, qué dices ¿ves como el río con su umbral de sol, se te ha subido a la cabeza?.

Los que estaban con ella, se divertían mirándola, mirandola mientras daba vueltas entre el juncal.

-Te equivocas, la arena la tienes en la cabeza, no en los pies, te equivocas, los otros fueron tras ella y el olor entre los chopos les aligeró las ropas.

La tarde ha traspasado el umbral. Tú lo viste, todos corrían, corrían rozados por los helechos y el olor a menta y a humedal les llevó hasta el umbral del río.

-No ví, no miré, no quise ver, lo ví antes, inmediatamente, luego ya no quise ver, cerré los ojos y no quise ver.

Pero oíste el chapoteo en el agua, oíste, no puediste no oírlo.

-Deja que me agarre al umbral, deja que no oíga en esta tarde nueva de sol en la arena.

Reían, reían. El río cálido deslizaba, por entre umbrales de sol, sus cuerpos canela En el umbral del tiempo, ella gritaba. En el umbral del río, se hizo el silencio.

-Cállate. Ya te dicho que en el río ni hay juncal ni hay arena caliente en los pies de la tarde nueva. No hay río en el umbral de la vida. Hay silencio en el umbral del tiempo.


viernes, 25 de marzo de 2011

DiVersos


Diálogos del silencio,
metáforas del olvido.

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Cielo y tierra se deshilvanan, en el horizonte.


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Una botella en el aire.
Confianza y destino.

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Destino, no quita brizna a la incógnita de acogida.


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Un nombre, letras para un muerto.

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Los desaparecidos vienen a los sueños,
para dejarse ver.

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Quiere el invierno volvernos
niños con el frío, con la nieve y el viento.
Quiere el invierno que la chimenea nos pierda
en la nostalgia.

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La voz de un padre: deseando que vengan, y temblando que lleguen.

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El sueño de una noche,
o el despertar en invierno.

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En el invierno de un padre,
el sueño de una voz.


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Éter: metáfora de los diálogos del silencio.